El viaje comenzó meses atrás realmente, como siempre, este tipo de viajes se realizan con anticipación para que todas las partes estén de acuerdo y cuenten con el tiempo necesario.
Compartiendo el tiempo
Desde mi punto de vista (Abi) estaba sucediendo algo nuevo, compartir tiempo en moto con mi papá en compañía de mi mejor amiga.
No fue mucho realmente porque las motos que traíamos eran tres motos de distintos segmentos, una FT125, DM250 y Dominar 400, pero aún así nos fuimos a dar una vuelta por terracería para variar un poco.
Y todo estuvo muy bien, terminamos comiendo una carnita asada y unas cervezas después de todo la ruta en terracería, sin contar que durante los días que estuvimos en Isla visitamos unos campos de piña.


Muchos piensan que Isla, Veracruz es solo un punto más en el mapa, pero para nosotros es tierra de orgullo y trabajo duro. Acá, en este rinconcito cálido del sur, la vida gira entre surcos, motores… y piña.
Sí, la piña. Esa fruta que ves en el mercado, jugosa, dulce, con ese toque tropical, muy probablemente salió de aquí, de Isla, donde familias como la mía nos hemos rifado desde el 2014 para cultivarla con el mismo compromiso con el que rodamos la carretera: con pasión y constancia.
Isla no es solo un pueblo… es cuna de uno de los mejores sabores de México. El clima, la tierra y sobre todo, la gente, hacen que esta piña no tenga comparación. Mientras algunos ruedan buscando aventuras, nosotros también rodamos, pero en el campo.
Porque acá en Isla, la piña no solo se siembra… se vive, se respeta y se comparte.
La mejor parte de este viaje fue haber compartido el tiempo y la pasión de la moto.